Gracias a Dios existen los amigos, esos que se ríen cuando uno dice
barbaridades, cuando se cae en un pantanero o cuando se riega la comida encima,
o peor aún, cuando nada extraordinario sucede. Gracias a Dios por esos amigos,
porque son esos amigos los mejores maestros para aprender a reírse de uno
mismo, para terminar a carcajadas, con el barro hasta las orejas, pero sabiendo
que las cosas a fin de cuentas no son tan terribles como uno se las imaginó,
(aunque algunas pueden resultar peores por la intervención de ellos mismos).
Gracias a Dios existen los amigos que son capaces de contestar el
teléfono, y sin más intercambio de palabras que un balbuceo saber que las cosas
no están bien, y si es necesario teletrasportarse (inventando el aparato por
ahí derecho), para ir a brindar un abrazo, extender un paquete de pañuelitos,
defender como el mejor guardaespaldas, pagar los antibióticos o pedir la
primera ronda para ahogar una pena que se resiste a morir. Y a veces son
capaces de dar el soropencazo* que uno está necesitando.
Qué sería de los días soleados sin los amigos, aquellos que son capaces
de inventar la necesidad de ir a comprar un quesito a la tienda con tal de salir
a dar una vuelta y refrescar las ideas. O qué sería de los días de lluvia sin las
complicidades de los que se atreven a saltar de charco en charco, hasta quedar con
las orejas empantanadas.
Qué sería de la vida sin los amigos, llámense cómo se llamen, sean más
grandes o más chiquitos, ricos o pobres, carismáticos o tímidos. Qué sería del
corazón sin la posibilidad de saberse acompañado en la vida del mejor equipo
posible, de los mejores maestros de ceremonias, los más intrépidos aventureros
o los mejores entrenadores personales.
Gracias infinitas al cielo, por los amigos que me ha entregado, con
moñito y empaque especial, y gracias sobre todo porque ellos, que saben quienes
son, a quienes molesto, invito, implico y hasta termino involucrando en cuanta
ociosidad se me ocurre. Saben perdonar a la persona imperfecta, incumplida, voluble,
llorona, quejetas y problemática que soy.
Pd. Que además les toca editar esta carta que escribo, corregirla, leerla
y comentarla.
* Golpe fuerte dado con una tranca o un objeto contundente para quitar la
pendejada.