miércoles, 11 de abril de 2012

Infiel al chocolate

Siendo infiel al Chocolate tomo Café en leche.
Silencio de labios para afuera no es sinónimo de silencio de labios para adentro. "Tengo la cabeza caliente de todo lo que he hablado para adentro"* en estos días. Discuto, peleo conmigo misma, me contengo, me doy la razón, luego me juzgo implacablemente y al final me absuelvo. Han sido días de rumiar mis pensamientos, emociones, ideas, creencias, comportamientos... 

Me he sentido total y absolutamente como la "loca del quinto piso"**. He estado re-organizando y limpiando, y entre mover un mueble y sacudir un armario, pienso si las decisiones que he tomado hasta ahora han sido las correctas. Soy cobarde para decidir y sin embargo, aunque parezca que no estas decidiendo ya lo hiciste. Cuando no tomas una decisión igual estas eligiendo. Así que la cobardía es un mal chiste. Es una armadura inservible porque inevitablemente sigues expuesto, no decidir no te exime de resultados, no evita que la vida continúe su curso, y que tal vez te arrastre con una gran ola. 

Creo que eso me ha pasado, y no una vez. Una gran ola me ha arrastrado sin darme cuenta, sin ser plenamente consciente, solo dejándome llevar por la marea para no tener que remar, para no hacerme responsable del curso que elegí. Y sin embargo al final pienso: y si hubiera remado en otro sentido tal vez hoy estaría en...

Hoy tomo café en leche. Un café de la casa, un café que dejé de tomar algo así como desde hace tres años. Lo preparé total y absolutamente consciente de que era lo que quería tomar. Calenté un pocillo de leche, le mezcle una cucharadita de café instantáneo y tres de azúcar. Al probarlo mi cuerpo recordó ese sabor, esa temperatura, esos momentos de desayuno. Esta bien, disfruto cada sorbo. Tal vez mañana tome chocolate, no sé, pero hoy decidí, con pleno uso de mis facultades mentales tomarme este cafecito. 

*Frase tomada del libro Los Escogidos de Patricia Nieto. Es una imagen que me parece hermosa, aparte de completamente cierta. 

** Vivo en un quinto piso. En ocasiones mis amigos me hacen bromas diciendo que los vecinos deben pensar que yo soy la loca del quinto piso.

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