martes, 2 de febrero de 2016

Alimentando el cuerpo y el alma


Creo que una de las mejores formas de volver a recomponer el alma después de haber pasado por una situación dolorosa o difícil, es empezar por consentir el cuerpo. Le sigo la pista a esa palabra, me concentro entonces en la parte de sentir. Pienso ahora en lo necesario que es volver a sentir, poco a poco, el dolor que está y también el placer que hace parte de lo que significa vivir.

La comida es una buena puerta de entrada para ello. Aunque es indiscutible que cuando hay un gran dolor en el alma lo primero que se cierra es el apetito, también es un buen ejercicio ir abriendo la puerta a ese apetito progresivamente. Permitirse saborear de nuevo, incluso distraer la atención con una comida diferente, con un olor dulce que abraza o con una textura suave que reconforta. Bien dice el refrán “barriga llena, corazón contento”.


Solo puedo agradecer lo mucho que se ha calentado mi alma con el cuidado y el amor con el que me acogieron y consintieron dos hermosos seres que habitan la ciudad capital. Regresé  sintiéndome muy afortunada por la buena conversación, los abrazos, el olor y el sabor del chocolate caliente y los enormes desayunos. Complacida de ver sus rostros dulces, sus miradas compasivas, de sentir su calor, de arroparme con sus palabras y contagiarme de su magia y de su vida. A ellos dos toda mi gratitud y esta entrada recordando sus deliciosos desayunos.  

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