lunes, 9 de enero de 2012

De papayita

A veces como fruta antes de desayunar. Me encanta la papaya en la mañana, antes de comer nada. Es tan amorosa con mi cuerpo que me la como feliz. 


Me resulta difícil tomar decisiones en la vida. He crecido un poco en ello, pero la verdad es que era todo un dilema decidir desde lo más sencillo hasta lo más complejo, como aquellas decisiones que cambian tu vida. 

El que decide inevitablemente renuncia a algo, y lo que me come por dentro es a lo que renunció. Pienso: y si la otra decisión hubiera sido mejor para mi, si allí estaba mi felicidad o mi camino. Eso es lo que me corroe por dentro, el pensar que hubiera sido de mi al tomar la otra vía. 

Y claro si son cosas sencillas pues a la final no importa, porque luego te puedes comer el otro sabor de postre o helado y no pasa nada. Pero otra es la historia cuando la decisión implica el estar solo o acompañado. Dicen los que saben, que para no tener dudas a la hora de tomar una decisión lo mejor es escuchar plenamente al corazón, que él no se equivoca, tiene clarísimos los caminos que son mejores para ti. Mi problema es que a veces no lo escucho  muy bien, digamos que tengo algo de interferencia. Necesitaría un técnico que repare el cableado para escuchar clara y nítidamente la voz de mi corazón. ¿Dónde se consigue?

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