Desayuno café en leche y tostadas francesas (pan con huevo revuelto, aunque se vea diferente). |
Lo prosaico, esa masa aparentemente
inaprensible, pero insumo fundamental que estructura nuestras vidas, es tan
obvia que pasa totalmente desapercibida. Por estos días, que ya son bastantes,
algo así como 10 o 15 años, vengo meditado sobre la importancia de poner más
atención a la vida cotidiana, y cuando digo vida cotidiana me refiero a ese
tiempo, actividades, rutas, gustos, comida, rutinas, lugares que por ser tan
permanentes en nuestras vidas pasan totalmente desapercibidos.
Estamos entrenados para responder a lo nuevo, lo diferente, exótico, fuera de lugar, sin embargo, nuestra vida está configurada en una
marco de acciones repetitivas, gustos aprendidos, caminos memorizados y aún
así no les damos el lugar que se merecen. No exaltamos el gesto común de
levantarnos a la misma hora, de la misma cama, bañarnos en el mismo baño y
sacar nuestra comida de la misma nevera de los últimos 6, 10 o 15 años. De
pronto mueres, si tienes la suerte de tener hijos o familiares, a lo mejor
ellos te recuerden a través de los objetos que usabas casi a diario y tú ni
consideraste importantes.
Por eso mi defensa, o mejor mi venia es a esos objetos,
rutas, lugares y personas que están tan permanentes en nuestras vidas que no son
vistos, honrados o reconocidos. Mis palabras en mis diarios intentan preservar
estos días y costumbres intangibles que se escurren entre los dedos y, a pesar de eso, son los que configuran lo que
somos, lo que hacemos o por lo que seremos, tal vez con suerte, recordados
cuando ya no estemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario