martes, 28 de noviembre de 2017

La sabia ignorancia

Leyendo a Manuel Zapata Olivella me encuentro esta reflexión que quiero dejar a la vista: 

¿Cuál es el mundo del ignorante? Un universo sencillo con un sol que quema, unas estrellas que son las almas de los muertos, una geografía que confina con la provincia natal, una amor que termina con la muerte de los seres y un Dios para explicar cualquier aventura metafísica. Pero nosotros, los que hemos bebido de los libros algo más de las cuatro operaciones y las doctrinas del Padre Astete, nosotros que somos la historia andando las incógnitas viviendo, la filosofía mando; nosotros que por saber tanto tenemos el dolor profundo de sabernos ignorantes, ¿a quién le debemos tanto si no a los libros? Los libros son mi consuelo, el consuelo de no poder vivir lo que otros viven, el consuelo de la nostalgia por lo desconocido y el olvido de “saberse desperdiciando los mejores años de la manera más estúpida. Desperdiciando la vida, ¿comprendes?” Y el hombre sólo tiene una vida. “La vida no se repite”, como decía Chejov. Sí, los libros son culpables de cuanto nos pasa a nosotros, pero estoy satisfecho de la sabia ignorancia que me han dado. 

Tomado de: Pasión Vagabunda, página 28. 

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