lunes, 16 de enero de 2012

Sin desayunar

Me despierto temprano, no me quiero levantar. Distraigo los ojos abiertos y paso imágenes agradables en mi mente, como una película muda. Hay sonido de fondo, pero no corresponde a las imágenes que transitan libres por mi mente, es Caracol radio; las noticias suenan como una voz sin alma al fondo de la casa. No me quiero levantar. Me tapo con la cobija intentando atrapar los últimos fragmentos de noche, contenerlos, pegarlos a mi cuerpo, fingir que todavía está oscuro, que aún puedo revolver mi cuerpo tibio, juntarlo con la piel de la sábana, con el calor acumulado. La luz del sol reprocha mi actitud, la voz izquierda dentro de mi cabeza me juzga, la voz derecha me absuelve. Me estiro como un gato, como una gata, como yo misma y las fibras de mis músculos naciendo al día. Despliego mi cuerpo, está rigido, siento los músculos de mis piernas firmes. Me imagino flexible, haciendo alguna posición de yoga. Me desperezo  y me aperezo de nuevo. Cierro mis ojos para acariciar en mi mente una última imagen que me complace, que me satisface, sobre todo en mi piel. Quito la cobija de mi cuerpo de un solo movimiento, el viento de la mañana me roza libremente, se me eriza la piel. Tengo frío. Me levanto.

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