lunes, 26 de marzo de 2012

Mi propia Divinidad

Desayuno Chocolate con galletas Saltín.
Yo misma me tiendo la mano, me impulso, me arrullo, me acaricio, me aliento, me abrazo y me susurro que todo estará bien. Yo mi misma me sostengo, soy mi fortaleza, mi guardiana, mi propia Diosa, a quien pido en las noches más oscuras. 

A veces uno simplemente quisiera que las cosas fueran más sencillas, que pudieras descargar tus lagrimas en alguien más, que otro fuera el que te impulsara cuando te sientes desfallecer, que la fuerza viniera de afuera y como un impulso divino te ayudara a seguir adelante. Sin embargo no es así, por mucho que quieras, o por mucho que te quieran, la fuerza, siempre, sin lugar a dudas proviene de un lugar interior. Un sitio sagrado en lo mas profundo de ti mismo. Está ahí, siempre ha estado, solo que a veces no tenemos la suficiente claridad para reconocerla, para saber que es propia, que nos pertenece y que es nuestra decisión ponerla en acción. 

En la noche oscura del alma, es nuestra propia divinidad interior la que no se da por vencida, así uno esté bañado en lagrimas y sin aliento para continuar. Es esa certeza, ese fuego en el corazón el que te sostiene, misteriosamente te enciende de la nada y te ayuda a dar un paso a la vez. 

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