viernes, 13 de abril de 2012

Me contradigo

Chocolate caliente para sobrellevar el frío de afuera. 
Pienso ahora mismo en las contradicciones del ser humano, en mis propias contradicciones. Me recuerdo renegando por el monótono ruido de Caracol Radio sonando al fondo, renegando de esa necesidad de quien fuera mi compañero de vida, que consideraba absurda, de prender el radio a las 6:30 a.m. y dejar que el ritmo rápido de la voz de los periodistas acompañara su mañana. Al despertar yo protestaba por no tener el silencio, la calma suave de la mañana abriendo el día. Estoy sola en casa, son las 6:30 a.m. prendo el radio, suena Caracol, dejo que las palabras rápidas que salen del pequeño aparato negro me acompañen mientras preparo mi desayuno. Qué por qué lo hago, es una buena pregunta. 

A lo largo de los años he pensado: ésto no lo haré, esta costumbre me parece absurda, para qué hacen eso, tal cosa es una completa idiotez y no me comportaré así en mi vida. Cuántos de esos mismos pensamientos me los he tenido que tragar completos. Me he sorprendido fumando, después de criticar por años esa costumbre en mi madre; viendo el azul reproche al final de una noche de fiesta, después de haberme convencido de no querer ese estilo de vida; estorbando en un sitio público luego de criticar despiadadamente el despiste de la gente; gritándole al ser amado a pesar de creer que la voz no necesita elevarse para expresarse; siendo la más cobarde luego de creerme valiente. La lista podría ser extensa, es más, quienes me conocen podrían muy bien aportar su cuota sobre mis contradicciones. Pero acaso ¿no todos las tenemos? que algunos se esfuercen más que otros en ocultarlas, o las nieguen vehementemente no quiere decir que en el fondo, muy en el fondo de su consciencia no sepan que se están contradiciendo, que sus actos no tienen nada que ver con lo que en un momento creyeron sus principios.  

Pienso ahora mismo en las contradicciones del ser humano, en mis propias contradicciones.

4 comentarios:

  1. Querida, Antonia. No sábes cómo se me antojan tus desayunos. Con o sin chocolate, con o sin autoreproches. No está mal poner la radio de vez en cuando. Otras veces dan más ganas de escuchar a los Rolling. Lo bueno de desayunar solita es que podés poner a sonar lo que se te venga en gana, incluso tu propia voz. Un abrazo y un té verde. Juliana.

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  2. Querida Juli, cuando regreses a estas tierras eres bien recibida en mi casa con desayuno incluido.
    Un abrazo-té para ti también!

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  3. Pues sí. Todos tenemos nuestras contradicciones, y bueno, después de que uno se las decubre no queda más qué reirse de ellas. Subirle el volúmen al radio darse cuenta que una ya se sabe una propaganda de memoria, componerse su propio jingle y cantárselo en vez de ponerse a pelear con uno mismo. Besitos

    Pd. Hoy me preparé café en leche, me dejaste antojada con el post de ayer.

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