Temporada de sensibilidad. Hay cosas que me confrontan, temas que me ponen a pensar en lo que soy y en cómo he vivido, cómo me comporto, qué decisiones tomo, qué he dejado de hacer. A veces una excesiva prudencia y recato controlan mis actos, me limitan. Al final se trata de cosas tan tontas como no entrar al baño de los hombres, a pesar de que el de las mujeres tiene una fila terrible y yo tengo muchas ganas de orinar. Cosas tan sencillas, que realmente no van a cambiar al mundo, de hecho ni siquiera me van a cambiar a mi, y sin embargo me enfrasco en un debate interno que me petrifica como un monumento a la estupidez humana. Termino haciendo la larga fila y aguantándome las ganas de orinar. Cosas tan sencillas que me desatan largas polémicas mentales, discursos a favor y en contra son lanzados al interior de mi cabeza, sabiendo que al final la rigidez de mi cuerpo me impide llevar la contraria, quebrantar la norma, traspasar la puerta.
Temporada de sensibilidad. Pero como dice un amigo, no nos pongamos trascendentales, solo se trata de ir al baño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario