Desayuno derretido de queso y chocolate en aguapanela. |
Por
estos días he estado meditando sobre el tiempo en el que sucede la inspiración,
ese instante que parece divino y en el que surgen imágenes,
conceptos, ideas, proyectos en tu mente. A veces parece como si una mano más
grande que tú los sembrara en tu interior, ¿Será?
Me he observando y descubrí que justo cuando
estoy más ocupada en cumplir con una tarea que no me gusta, cuando debo dormir
porque al día siguiente tengo que madrugar, cuando me piden que entregue algo
urgente que no me agrada mucho, es exactamente en esos momentos en los que se
me ocurren algunas ideas que puedo considerar como buenas o muy buenas, precisamente
cuando no tengo el tiempo para realizarlas, porque siempre son ideas que no
tienen nada que ver con lo que tengo que hacer o cumplir en el momento. Una
solución podría ser simplemente anotar la idea y desarrollarla más adelante,
pero es ahí cuando aparece el siguiente problema: la motivación y la energía.
Cuando se me ocurre una idea, generalmente no llega sola, aparece
con un cúmulo de energía disponible para ponerla en marcha, es como si fuera un
combo: idea + combustible para hacerla. Por lo que si la apunto para hacerla
luego, el combo desaparece y la energía se evapora, así que cuando
vuelvo sobre la idea ya no me siento tan animada o dispuesta para
materializarla. Qué problema. ¿Cómo hacer para poder darle cuerpo a estos
chispazos divinos y a la vez cumplir con el día a día?
No hay comentarios:
Publicar un comentario