Desayuno tostadas francesas y café en aguapanela. |
Me molesta pensar en cómo
los asuntos que hacen parte indisoluble de cada día se vuelven rutinarios,
mecánicos. Sin embargo con un solo giro que hagamos sobre ellos se abre un
portal y entra un nuevo aire para refrescar la vida.
Me refiero por ejemplo a
la ruta que tomamos a diario, a la manera cómo nos acostamos, la forma de
vestirnos y por supuesto el desayuno que tomamos cada día. De este tema han
hablado mucho las personas que trabajan con creatividad, muchas investigaciones
se han enfocando en cómo las variaciones
que se hacen en las acciones cotidianas trae nuevos caminos neuronales y así
nuevas opciones. Me gusta entrenarme en este asunto, procuro estar intentando
nuevas rutas, de algunas cosas, pues la verdad es que para otras suelo ser
bastante conservadora.
Por estos días me entreno
por ejemplo en escribir con mi mano izquierda. ¡Qué tontería! dirán algunos.
Sin embargo, he descubierto una sensación bastante particular en el cuerpo,
cuando estoy concentrada en la tarea de escritura zurda. Es como si mi eje corporal
se desplazar, como si mi cerebro girara su ángulo interno. Es una sensación un
poco difícil de describir, porque es como si algo adentro de mí cambiara
completamente. Al inicio no es una sensación agradable, es más bien como si
alguien entrara a tu casa y reorganizara todo, como si las cosas que sabes
dónde están y cómo funcionan ya no estuvieran más allí, y como si todo hubiera
que reconstruirlo. Pero es esa, a fin de cuentas, una sensación que impulsa, en
lo personal me reta, se convierte en un desafío, por eso pienso que es un
entrenamiento en cuestiones cotidianas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario